En el sector de la agricultura se sabe que el cuidado de los cultivos, a parte de regar o abonar, pasa por tener un amplio conocimiento de las plagas de insectos. Mantenerlas controladas.
No es una tarea fácil, ni mucho menos, ya que cada vez más se tiene en consideración el respeto al medio ambiente y la reticencia a la hora de utilizar plaguicidas para el control de las plagas de insectos, está cada vez más presente. Dañan el entorno, contaminan y el planeta no tiene recursos ilimitados.
El tema que ocupa estas líneas trata del sistema que se se viene implementando hace décadas, para tener un correcto control de las plagas de insectos. Por una parte, se pretende combatir la proliferación de estos animales, por otra parte, es básico que no contamine, que respete nuestro medio ambiente ya que evitar los plaguicidas químicos es una cuestión cada vez más importante. La solución ha venido de la mano de los propios ciclos de vida de los insectos: Las feromonas.
Pero, ¿qué son las feromonas?
Sencillamente son unas sustancias químicas que segregan los insectos al exterior de sus cuerpos a lo largo de su ciclo vital y son un método de supervivencia ya sea porque actúa de guía (las abejas para marcar las flores que ya no tienen polen), de atracción sexual (para detectar hembras en época de apareamiento), para reunirse en una situación de peligro, etc.
Desde su aplicación en la agricultura, las feromonas de los insectos (es decir, la síntesis a gran escala de los componentes de las feromonas), han sido utilizadas para fabricar trampas y mantener controladas las plagas que en ocasiones causan grandes pérdidas en este sector. El objetivo a medio plazo es utilizar las feromonas como plaguicidas naturales en cualquier cultivo. Este método de control de plagas se integra en el MIP (monitoreo/manejo integral de plagas) con el fin de minimizar las aplicaciones de plaguicidas y aumentar la eficacia del monitoreo y eliminación de plagas.
En este sentido es interesante saber que las trampas de feromonas son muy útiles y muy poco contaminantes por lo que el control de los insectos se lleva a cabo de forma sostenible. Si bien existen numerosas clases de trampas de feromonas, las más utilizadas son:
Trampas por confusión sexual. Las feromonas de estas trampas actúan de tal manera que la especie de insecto confunde la época de apareamiento y evitan nuevas generaciones de insectos.
Trampas por captura. En esta trampa queda atrapado el insecto macho ya que la feromona que se deposita en ella, lo atrae pensando que es la hembra de la especie.
Trampas “captura y muerte”. Estas trampas disponen, además del componente de la feromona, un cebo tóxico en donde el insecto cae y muere. También se evita la cópula y posterior puesta.
El número de trampas a utilizar siempre irá en función de la extensión del cultivo o la zona a tratar y la frecuencia de utilización de las feromonas de la densidad dependerá de la plaga en cuestión. Por esta razón el estudio del comportamiento de las diferenteS plagas que pueden atenazar a los cultivos es básico para poder aplicar correctamente el Manejo Integral de Plagas (MIP).
Si el cultivo está rodeado de otras plantaciones, las trampas deben colocarse trazando una delimitación y si, por el contrario es una plantación aislada, la ubicación será más homogénea.
Las trampas de feromonas también tienen una función de monitoreo y detección de los ciclos vitales de los insectos de tal manera que en el momento adecuado puedan utilizarse métodos puntuales y alternativos (plaguicidas u otros), acotando al máximo la utilización de químicos que dañen el medio ambiente. El monitoreo de los cultivos de forma constante y con procedimientos establecidos ayudan enormemente en la posterior aplicación de un buen sistema de plagas con trampas de feromonas.
Sin duda nuestro país es un claro candidato a implementar estos métodos de control en la agricultura de forma generalizada, dado que España goza de importantes zonas de cultivos que producen frutas y verduras de excelente calidad, exportables a todo el mundo.
Conocer los diferentes factores de riesgo para las cosechas y hacerlo de forma profesional también contribuye a crear bancos de datos importantes para nuestro país y para las agriculturas de nuestro entorno europeo.