La procesionaria: un peligro real para humanos y animales

La procesionaria del pino o Thaumetopoea pityocampa se ha convertido en la mayor plaga a la que se están enfrentando nuestros pinares y es que con el cambio climático y su consecuente subida de temperaturas, la procesionaria ha ido proliferando. En algunos lugares, su población está totalmente descontrolada y supone un problema ya no sólo para la vegetación, sino también para los humanos y sobre todo para nuestras mascotas.

El peligro de la procesionaria se da durante su etapa larvaria, es decir, cuando son orugas. Son fáciles de identificar, puesto que como su nombre indica, se desplazan en hilera o procesión. Además, son característicos los pequeños pelos urticantes de color naranja que las recubren.

También son fáciles de identificar sus nidos o bolsas de seda ya que se asemejan a bolas de algodón pegadas en las copas de los pinos. Las hembras depositan en estos nidos los huevos durante el verano. Cuando se da la condición de plaga podemos observar varios nidos en las copas, lo que supone una gran cantidad de larvas alimentándose (hablamos de unas 300 larvas por nido) en cuyo caso podremos hablar de un deterioro considerable del árbol, generalmente un pino o un cedro, que las hospeda.

La época en la que la oruga procesionaria desciende del pino al suelo acontece durante los meses de invierno y comienzo de la primavera, siendo enero, febrero, marzo y abril los meses en los que se encuentran más activas y donde deberemos extremar precauciones.

Además de las orugas tendremos que tener cuidado con las pupas o capullos que quedan enterrados en la arena, sobre todo de cara a nuestras mascotas ya que podrían escarbar y acabar en contacto con las mismas.

En el caso de humanos, las reacciones más frecuentes son: urticarias, lesiones oculares (si entra en contacto con los ojos o nos rascamos), reacciones alérgicas y en los peores casos shocks anafilácticos.

Pero el verdadero peligro está en los perros ya que pueden olisquearlas, lamerlas o en el peor de los casos ingerirlas. Si detectamos que nuestro perro ha podido entrar en contacto con procesionaria (si el perro se rasca, babea, se hincha, vomita, etc.) deberemos actuar rápidamente.

Nunca frotaremos la zona afectada pero sí la enjuagaremos con abundante agua. Si los pelos de la procesionaria entran en contacto con la lengua, veremos en primer lugar manchas y ampollas y deberemos actuar deprisa para evitar la necrosis de las partes de la lengua afectada. Si esta zona es muy grande o el animal ingiere procesionaria se puede producir la muerte. En cualquier caso y a la más mínima sospecha debemos llevarlo de inmediato al veterinario para que pueda inyectarle algún corticoide o antihistamínico.

Por lo tanto, lo mejor es evitar zonas de monte y pinadas en las épocas en que las orugas bajan al suelo. Si esto no es posible lo mejor es alejarse de ellas o si vamos a pasear con nuestros perros evitar zonas con pinos. Y por supuesto contactar con el ayuntamiento local si observamos abundantes nidos en una zona.